Ciclo A

Exposición del Santísimo

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  • San Pedro Apóstol

  Todos los JUEVES de 19.30 a 20.30

  • Santa María la Mayor

  Todos los DOMINGOS de 19.00 a 19.30

  • Las Mínimas

  Todas las MAÑANAS de 9.30 a 13.00

Acercate a la Oración

jesus 7502413 1280«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».Él les dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en tentación”»  

Si quieres orar y estar junto a Jesús lo puedes hacer... 

 Todos los VIERNES a las 20:00 horas.

 En la Parroquia de SANTA MARÍA la Mayor.

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA. 28 de diciembre de 2025

 

Eclo 3, 2-6. 12-14: Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.

Salmo 127: Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

Col 3, 12-21: Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.

Mt 2, 13-15. 19-23: Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel.

 

Durante la celebración de la octava de la Natividad, festejamos la fiesta de la Sagrada familia, y, con ello, a la familia en general: el bastión más fuerte, primero y último, para la protección de la persona. Es también el primer espacio de contraste donde tenemos que luchar para no ser engullidos por el anonimato, la homogeneidad o la peculiaridad aislada (solitaria y sin raíces), lo encontramos en la familia. Animalización y autodeterminación solipsista. De contraste, porque se produce el encuentro con los diferentes que, sin embargo, no son enemigos, porque es también el primer lugar donde un experimenta el amor. La tiranía, el uso arbitrario de la autoridad, no prevalece por el amor. En la tiranía se hace violencia de algún modo sobre la verdadera autoridad, para dominar de forma unilateral.

Cada uno de sus miembros busca la determinación de lo que es, y esto con relación a los otros, lo que viene condicionado por el puesto biológico y el papel que cada uno ocupa en el conjunto. La prioridad la tienen los padres, que fueron los primeros. Antes, incluso, hubo un pacto o alianza en la que el hombre y la mujer se comprometían para un proyecto común de vida para caminar hacia Dio y donde uno de los fines más importantes era la concepción de los hijos y su educación. El orden familiar parte de una jerarquía, donde los padres tienen la autoridad y los hijos han de obedecer. La autoridad de los progenitores tiene que ver con la cualificación que les confiere el conocimiento del bien y del mal. Deben educar en esta disciplina, fundamental para que los hijos crezcan hacia la bondad, y para ello es necesaria la prohibición, lo que les dará resortes a los pequeños para no hacerse daño a ellos ni a los demás.

En los relatos en torno al nacimiento de Jesús en el evangelio de Mateo José es presentado como el protagonista; en Lucas será María. Protector frente a los peligros que acechan al niño y a la madre: cuando supo de la concepción de María, cuando supo de los propósitos del rey Herodes. Es en sueños donde se le da a conocer la realidad y, a partir de entonces, actúa. Mientras que la madre, tradicionalmente, ha protegido al niño para satisfacer sus necesidades internas: de alimentación, abrigo, afecto… el padre, de las amenazas externas, como sucede con José. El cuidado del hijo lleva, irrenunciablemente, al cuidado de la madre. Todo para que el hijo prospere y se convierta en adulto: el que asume las responsabilidades de protección otros.

El éxito de los padres es la madurez de los hijos, que ellos estén capacitados para la paternidad: la apertura al otro (concepción), el descentramiento, el sacrificio (para que otros tengan vida). La honra y el respeto que manifiesta el libro del Eclesiástico derivan en cuidado, indulgencia, respeto, compasión… que servirán para reparar los pecados: el Padre Dios, que es el único que puede perdonar, hará lo mismo contigo. El pecado es una torpeza en el crecimiento del hijo, una mala ejecución de la filiación. Atenta, primero, contra Dios, y luego contra los propios padres, como elemento disruptivo en la maduración filial que los educadores procuran. Pero el amor de atención a quien lo necesita, sobre quien se ejerce algún tipo de paternidad (más patente cuando se trata de hijo propio, pero igualmente real con personas vulnerables o indefensas), cubre multitud de faltas; integra el pecado en un contexto donde este se relativiza, se perdona, en función del amor.

La familia es una institución para proteger a cada uno de sus miembros, con el centro en los más pequeños y necesitamos de cuidado. Al mismo tiempo que los padres configuran a los hijos, los hijos hacen lo propio con los padres. El aprendizaje para ser buen padre y buen hijo, ambos fieles a Dios, tiene su fuente en la Santísima Trinidad, donde se contemplan cómo Padre e Hijo se aman. Y también, en la carne, en aquellos que vivieron al modo del amor trinitario, donde la Sagrada familia de Jesús tiene un lugar preeminente.

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