SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR. MISA DE MEDIANOCHE. 25 diciembre 2017

 

Is 9, 1-3.5-6: El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande.

Salmo 95: Hoy nos ha nacido un salvador: el Mesías, el Señor.

Ti 2, 11-14: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.

Lc 2,1-14: “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”.

 

¿Por qué esta noche es diferente a todas las otras noches?

- Asómate y mira. ¿Qué ves?

- Un Augusto ordenando que todo el imperio se registre en un censo. Tantos súbditos, tantos impuestos. Qué antiguo y qué actual el valor de la gente medido a peso de moneda, para que más tengan los poderosos.

¿Y qué más ves? A José y a María, caminando hacia Belén obligados por un decreto imperial. Las órdenes del César afectan a los pequeños a lo grande, hasta causar enormes incomodidades. Los pobres de ayer como los de hoy, tan atados a los caprichos de los césares. Por eso, ¿por qué esta noche es diferente a las otras noches?

- Y en Belén, ¿qué ves?

- A un niño nacido, recostado en un pesebre por no hacérsele sitio en la posada. A unos padres primerizos admirados por el misterio del Dios encarnado y nacido en condiciones tan humildes. Veo también a unos pastores junto a su rebaño, unos durmiendo, otros velando, mientras los ángeles se les acercan esclareciendo la noche con la gloria de Dios para anunciarles el nacimiento del Hijo de Dios en Belén y dar gloria a Dios.

- ¿Qué más cosas ves?

- A un profeta Isaías, anunciando luz por el nacimiento de un niño enviado por Dios para instaurar un nuevo orden. Al apóstol Pablo contándole a Tito que ha llegado la gracia de Dios que trae la salvación a todos los hombres y que hace posible el cambio de vida, para dejar los deseos de este mundo y llevar una vida sobria, honrada y religiosa. Pero, ¿adónde llegan las profecías de los antiguos y la fuerza de la vivencia apostólica? Lo que dijeron, lo que vivieron, parece que se enfrentaron con otras palabras y otras experiencias y se acallaron entre un ruidoso tumulto.  

- ¿Y ves algo más? Observo el recuerdo repetido de aquellos acontecimientos de esperanza año tras año, sostenido por generaciones y generaciones hasta nosotros y que apenas llega a tocar la mente y el corazón incluso entre los creyentes. Por eso pregunto, me pregunto, te pregunto: ¿Qué motivos hay para celebrar lo que sucedió y ya no es, con apenas huella eficaz entre nosotros. ¿Por qué esta noche es diferente a todas las otras noches?

- ¿Alguna respuesta? Solo vosotros podéis responderos a esta pregunta. ¿Por qué crees tú que esta noche es diferente a las otras noches?

Quizás porque esta noche, el extraordinario acontecimiento que celebramos esta noche, tiene la capacidad de que agucemos la mirada para contemplar cuanto nos rodea como obra maestra de la misericordia de nuestro Dios, todo preparado para que su Hijo se hiciera hijito humano, uno de tantos. Tal vez ese Niño nacido de María tiene poder, más que el César Augusto, para arrebatarle al corazón una entrega en absoluta libertad, una consagración que se esfuerza por renovarse cada día. Posiblemente también, porque desde entonces sabe a poco llamarnos compañeros, ciudadanos o paisanos y encontramos otro modo de llamarnos que “hermanos”.  Y, seguramente, porque Dios nos hace capaces de las cumbres divinas, sin otro camino que recorrer que nuestra propia humanidad tan indigente y tan necesitada como la del Niño de Belén: ante el cual ya no es posible decir: yo no puedo, yo no sé, yo no valgo… porque tampoco lo pudo, tampoco lo supo y tampoco lo valió Él, tan pequeño como nosotros; sino que solo tuvo poder, sabiduría y valor en Dios, su Dios y nuestro Dios. Porque esta noche es un eco de la Noche de todas las noches cuando el Niño Dios venció a la muerte y al pecado resucitando de la muerte.

Porque solo esta noche será ineficaz en mí y en ti y en todos cualesquiera en la medida en que seguimos envejecidos, amarrados a nuestras cosas, a nuestras ranciedades, ajenos a la frescura renovadora que nos trae la Navidad. Por ello, y con nosotros y, a veces, a pesar de nosotros, esta Noche seguirá siendo distinta a las demás noches.