Ciclo B

Exposición del Santísimo

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  • San Pedro Apóstol

  Todos los JUEVES de 19.30 a 20.30

  • Santa María la Mayor

  Todos los DOMINGOS de 19.00 a 19.30

  • Las Mínimas

  Todas las MAÑANAS de 9.30 a 13.00

Acercate a la Oración

jesus 7502413 1280«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».Él les dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos hoy nuestro pan de cada día, perdónanos nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en tentación”»  

Si quieres orar y estar junto a Jesús lo puedes hacer... 

 Todos los VIERNES a las 20:00 horas.

 En la Parroquia de SANTA MARÍA la Mayor.

DOMINGO IV DE ADVIENTO (ciclo A). 21 de diciembre de 2025

 

Is 7,10-14: El Señor, por su cuenta, os dará un signo.

Sal 23: Va a entrar el Señor, Él es el Rey de la gloria.

Rom 1,1-7: Por Él hemos recibido la gracia del apostolado.

Mt 1,18-24: No temar acoger a María, tu mujer.

 

Cuando los enemigos de Ajaz, rey de Judá, pusieron al rey y a su reino en una situación comprometida, esperaría una solución eficaz para acabar con el ejército hostil. El profeta Isaías se adelantó para ofrecerla un signo de parte de Dios: “La virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel». ¿Qué comprendería el rey en estas palabras? ¿Qué le solucionaba en ese momento en que buscaba un amparo para él y los suyos? Las palabras que pronunció el profeta apuntaban más allá de lo que Ajaz y todo Jerusalén pudiesen entender, pero el mensaje tenía capacidad para ser recibido en el corazón del rey su pueblo e infundir esperanza. El clamor de la guerra posible provoca un ruido interior que causa pavor, nerviosismo, aceleración. El ruido del miedo no da una imagen fragmentada de la realidad que impide ver el conjunto. La Palabra de Dios perfora cualquier sonido atronador si se acoge desde el silencio, la actitud que deja espacio para que el Señor hable y que su Palabra vivifique. El silencio lleva a la paciencia y en la paciencia brota la esperanza.

Otro mensajero del Altísimo, un ángel, llevó la Palabra de Dios hasta José, el esposo de María. Había tenido que batallar en un campo más rudo que el de las tropas contra Ajaz. Él no era responsable del hijo concebido por María, la mujer con la que se había desposado. Difamarla públicamente tendría unas consecuencias terribles para ella; aceptar todo, escondiendo que él no realmente el padre, suponía participar de una mentira. Quiere proteger a María y la Verdad, a la mujer a la que quiere y a la Palabra de Dios. Buscó la lealtad a una y a otra; aunque, seguramente, sumido en el miedo de una posible decisión equivocada, de un futuro difícil para María. Parecería que miraba más por ella y el niño que por sí mismo. ¡Qué vértigo a la hora de tener que tomar una decisión! Pero José había obrado conforme a su conocimiento y posibilidades, intentado preservar un equilibrio delicado. El ángel aclaró la realidad y José acogió a María y al Niño, aun, posiblemente, sin entender. En el silencio de la noche, ante una decisión ya tomada, Dios Padre abrió un camino nuevo que solo pudo emprenderse desde la paciencia.

Al Hijo de Dios solo se le puede acoger desde el silencio y la paciencia. El ruido y la precipitación llevarán a decisiones aceleradas que pretenden una solución inmediata, donde no se escucha a Dios. La equivocación se escurrirá con facilidad por este camino. La paciencia es el anfitrión de Dios en nuestras vidas, que guía los acontecimientos y los lleva hacia donde Él quiere; que nos toma de la mano y nos da coraje para no temer, a pesar de que no entendamos.

El encabezado de la Carta de Pablo a la comunidad de Roma viene protagonizado por Cristo. Pablo expresa que Jesucristo es el anunciado por los profetas y él ha sido constituido apóstol para transmitir su mensaje. Mensajero Isaías, mensajero el ángel y el mismo Pablo, también lo fueron José y, tal vez, el mismo rey Ajaz. Cuando la Palabra de Dios prevalece sobre el ruido y se la acoge en el silencio, entonces el anfitrión, se convierte en mensajero del mensaje de esperanza manifestado en Cristo Jesús que invita a mirar la historia de otro modo, con integridad, entendiendo que Él es nuestro Salvador.

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