Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (CICLO C). JORNADA PRO ORANTIBUS. DOMINGO 15 DE JUNIO DE 2025

Pr 8,22-31: Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo.

Sal 8: Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Rm 5,1-5: Nos gloriamos incluso en las tribulaciones.

Jn 16,12-15: Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.

 

Una puerta cerrada de un edificio magnífico puede despertar el interés por conocer lo que se oculta tras ella. Pero si esta se queda entreabierta, sin duda que tendremos la inercia de acercarnos a ver si podemos observar algo desde fuera. ¿Y si recibiésemos la invitación por los de casa, unos importantes señores, para entrar y conocer? Entonces podremos satisfacer los ojos y la curiosidad. Pero, ¿hasta dónde llegaríamos a conocer de sus moradores con solo pasar a la casa y curiosear de sala en sala? ¿No tendríamos que pasar tiempo con ellos, acompañarlos en sus asuntos y hasta sentarnos a su mesa?

A esto mismo nos invitan los moradores de ese hogar llamado la Santísima Trinidad. Por una parte, su casa posee una fachada magnífica que suscita admiración, aunque también interrogantes e incertidumbres. No hay nadie que pueda abrir la puerta de ese excepcional palacio, si no lo hacen sus dueños desde dentro. Y el hecho de encontrarnos la puerta abierta aviva es un regalo de estos señores, que aviva el deseo de descubrir lo que sucede en su interior, porque solo allí podemos dar con la puerta de nuestra propia existencia, para saber quién somos realmente.

La fachada del edificio imponente tiene las trazas de la Creación, lo que hacía suponer con fuerza que dentro vivía alguien. Pero ha sido Jesucristo el que ha abierto de par en par las puertas para que el Espíritu nos anime a penetrar el zaguán y conozcamos los secretos de sus habitantes: la misericordia del Padre, la gracia de Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo. Lo que sostiene la vida bulliciosa y fecunda de aquella construcción es el amor; y este amor hace que, aun siendo tres diferentes, vivan en absoluta comunión, como una sola cosa, sin que ninguno de ellos pierda su identidad personal y específica.

Son el fundamento de lo que somos y vivimos, la razón de nuestro existir y la fuente de nuestro amor. En amor hemos sido creados diferentes, diversos, plurales y en amor hemos de buscar la armonía, la comunión. Algunos de entre nosotros son elegidos por los moradore de esta casa para que pasen su tiempo contemplando la vida divina, en diálogo con los tres, y transmitan sus conversaciones a los hombres mediante su oración, su silencio, su vida apartada. Pero todos somos invitados a admirarnos por la belleza de la casa, entrar en ella y sentarnos a la mesa con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Por eso uno de los momentos más trinitarios en los que ambas casas coinciden, la suya y la nuestra, es la Eucaristía. Aquí quedan las puertas abiertas para admirarnos de la bondad y la justicia y las bellezas divinas del Padre, manifestadas en Cristo Jesús y operantes por el Espíritu. Gloria a Dios.