Ciclo B

Exposición del Santísimo Y Oración

 

Exposición del Santísimo 

En San Pedro Apóstol TODOS LOS JUEVES de 19.30 a 20.30

En Santa María TODOS LOS DOMIGOS de 19.00 a 19.30

En Las Mínimas TODA la mañana de 9.30 a 13.00

 

 

 

 

 

 

DOMINGO XXIX DEL T. ORDINARIO (ciclo B). DOMUND. 20 de octubre de 2024

Is 53,10-11: Lo que el Señor quiere, prosperará por su descendencia.

Sal 32: Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.

Hb 4,14-16: Fue probado en todo a semejanza nuestra, a excepción del pecado.

Mc 10,35-45: “¿Qué queréis que haga por vosotros?”.

 

Quiere el Señor para su Hijo lo que nadie querría para sí ni para los demás. Si esto sucede con el leño verde, qué les pasará a los secos (Lc 23,31), a los sequísimos que somos nosotros. Aquí está la paradoja del asunto: que si el Hijo de Dios ha sufrido y ha sido crucificado es para que nosotros tengamos vida, para librarnos del castigo más severo a causa de nuestro pecado. Viendo el asunto en términos de delito y castigo destacamos que no somos merecedores de algo tan grande y que la salvación es un regalo, pero se corre el riesgo de opacar la dimensión principal: el amor. Quien creó en amor, redimió en amor y glorificará en amor. Lo que ama el Padre en el Hijo en el Espíritu Santo, lo ama también en nosotros, haciéndonos partícipes de su amor trinitario.

El sufrimiento es consecuencia de la obediencia, donde el que obedece acoge el mandato del Padre, renunciando a ser padre de sí mismo. Esto cuesta. El sufrimiento cruento es consecuencia de la obediencia en un mundo de pecado. Isaías profetizaba sobre ese siervo sufriente y, seguramente, ni podría imaginarse que hablaba del mismo Hijo de Dios. El sufrimiento delata nuestra condición frágil y nos hace más receptivos a la gracia de Dios. Ahí crece la fe, la esperanza y la caridad; cuando humanamente tendríamos menos motivos para creer, esperar y amar, es donde obra el Espíritu de Dios prodigiosamente, acercándonos al Hijo en el misterio de su muerte y resurrección.

En este siervo de Dios sufriente que es Jesucristo se ilumina el sufrimiento de todos, porque en Él no se pierde en el sinsentido, sino que es encauzado para un encuentro cercano con Dios, si se quiere.

A los apóstoles les costó acercarse al mirar del Maestro. No lo entendieron cuando lo acompañaban en su predicación y anuncio del Reino, tampoco cuando su pasión y cruz, tampoco cuando su resurrección… solo cuando llegó el Espíritu Santo y les abrió el entendimiento. Entonces el amor de Cristo les pareció colosal y quisieron ellos mismos sufrir por Cristo. Ahí perdieron la cordura humana para adquirir la locura del amor divino. Morir por Cristo es la divisa, expresada de diferentes formas, de los santos. El descubrimiento experiencial del amor de Dios por todos y por uno mismo en particular toca de lleno el corazón y mueve a hacer por Jesucristo un poco de lo que Él hizo por nosotros, por mí.

Difícil de explicar, más difícil de vivir, pero está claro para quien se sabe amado por Dios y busca amar como Él ama. Y este tesoro, ¿quedará reservado y atrapado entre quienes han tenido la dicha de conocerlo? Es otro de los movimientos irresistibles de quien lleva consigo el amor de Dios: comunicarlo a los demás para hacerles partícipes de la alegría del Evangelio. El lema de la campaña del Domund de este año es: “Id e invitad a todos al banquete”. Que nadie se quede sin invitación a la celebración del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. 

Programación Pastoral 2021-2022